viernes, 8 de abril de 2016

Sólo quedan 38 jirafas en Congo

Los animales en Congo también sufren. Ya he hablado en artículos anteriores sobre la sangrienta cacería que sufren los elefantes y ahora el turno es para las jiarafas Kordofán, una de las nueve subespecies de los animales de cuello largo que viven en el continente africano (África central).

Los expertos advierten que esta subespecie está al borde de la extinción, quedando únicamente 38 ejemplares, de las cuales se estima que 34 son adultas y sólo 4 jóvenes, divididas en dos manadas dentro de la reserva. Haga de cuenta que en el planeta sólo existieran dos familias, la suya y otra, exactamente así está la situación para las jirafas Kordofán.

El hogar de estas jirafas es en el Parque Nacional de Garamba (Garamba Park) en la República Democrática del Congo, el segundo parque nacional más antiguo de África, que solía estar lleno de vida silvestre y alguna vez tuvo 500 rinocerontes blancos, 20.000 elefantes y 350 jirafas de Kordonfán. Pero en los últimos 40 años la situación ha cambiado considerablemente. Actualmente quedan menos de 1.500 elefantes, sólo 38 jirafas Kordofán y el rinoceronte blanco que habitaba allí se ha extinguió, quedando sólo 3 ejemplares en todo el mundo, que viven en Kenia.

Así de crítica y triste está la situación de los animales más increíbles y más increíble que sean los mismos habitantes del Congo los responsables, pues la práctica de la caza furtiva es la principal causas. La piel de esta especie es muy cotizada y utilizada para productos de lujo y por supuesto, también producen carne suficiente para alimentar a los cazadores furtivos durante semanas.

Garamba está dirigido por la organización sin ánimo de lucro African Parks, quienes en un intento por proteger la vida silvestre, han puesto collares de radio a varias jirafas. Se espera que esto permita a los conservacionistas monitorear cada movimiento y rastrear su paradero. Ahora el parque ha aumentado su patrullaje, aumentado del 30% a casi el 100% los guardias. Sin embargo, ha tenido un costo, ya que muchos guardabosques han muerto en acción tratando de proteger el territorio.

¿Qué derecho tenemos de negarles a nuestros hijos y nietos disfrutar de la majestuosidad de estos animales?


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