viernes, 7 de mayo de 2021

"Trataron de obligar a mi marido para que violara a nuestra hija. Él se negó y lo asesinaron"

Estos testimonios fueron recopilados durante una visita de campo en Kananga, la capital de la provincia de Kasai Central, por un equipo de comunicaciones de Médicos Sin Fronteras.

Actualmente en los hospitales donde colabora MSF acuden mensualmente un promedio de 200 víctimas de violencia sexual. El 80% informaron haber sido violadas por hombres armados y la gran mayoría no buscaron atención médica hasta un mes o más después del ataque, debido a la falta de conciencia sobre la existencia de servicios dedicados a la atención de la violencia sexual y también por la distancia para llegar al más cercano. 

ANNY: "Tenía 45 años y seis hijos. Una mañana entraron en las casas de la gente en Kananga, robando y matando. Cuando llegaron a mi casa yo estaba sola con mi hijo de cuatro años, cinco de mis hijos estaban con su abuelo en otra parte de la ciudad. Amenazaron con matarme pero en su lugar, decidieron violarme. Mi hijo se escondió en un rincón. Mi marido trabajaba cerca de la frontera con Angola. A menudo estaba en casa solo durante meses esperando a que regresara. Después del ataque no podía comer ni beber. Sentí como si mi corazón se hubiera roto, partido en dos. Un día estaba preparando comida para mis hijos (todavía yo no podía comer nada) y escuché caer algo, me estremecí y mi corazón roto latía muy rápido. Después de un tiempo después, me enteré que ese día mi esposo había sido asesinado cuando regresaba a casa debido al conflicto. El día que decidí ir al hospital, sucedió algo más. Fui a un pueblo cercano con otras mujeres a comprar comida que luego podríamos vender en Kananga. En el camino nos detuvieron unos hombres que pedían dinero. No teníamos nada, así que nos violaron. Esta vez no fue solo un hombre. Algunas de las mujeres lograron escapar, pero yo no. Me agarraron y me arrastraron al monte, donde me atacaron. Recuerdo que había alguien gritando cerca, mientras me violaban. Después comencé a sentir mucho dolor en la parte inferior del abdomen. No podía caminar correctamente, no podía comer y solo quería dormir. 

PITSHOU: “Sucedió en agosto, cuando regresé a mi pueblo. Unos hombres armados cruzaron el río hasta mi pueblo y nos atacaron. Mataron a mucha gente. Huí junto con otros hombres pero en el camino fuimos atrapados por otro grupo armado. Nos llevaron de regreso al pueblo, donde nos torturaron y nos trataron como esclavos. Tuvimos que hacer cosas horribles: nos obligaron a violar a varias de las 'mamans' de nuestro pueblo. Cuando digo "mamans", es una expresión congoleña. Ninguna de ellas era mi madre, pero de todos modos eran las madres de nuestro pueblo. Todos los jóvenes del pueblo se vieron obligados a hacer esto. Si alguien no lo hacía, lo mataban. No lo recuerdo bien, pero creo que tenía que hacérselo a seis o siete mujeres. Cuando los hombres armados se fueron, las autoridades locales vinieron de Tshikapa a buscarnos, como si nosotros también fuéramos criminales. Así que nuevamente huí. Me habían operado el riñón 10 meses antes y todavía me estaba recuperando. A los dos días comencé a sentirme muy mal, tal como después de la operación. Cuando fui al hospital, los médicos y la psicóloga me atendieron. Me dolían mucho los riñones, pero las cosas tampoco iban bien en mi cabeza. Tuve que hacer algunas pruebas y hablar mucho con la psicóloga. Desde entonces he estado tomando medicamentos y he notado algunos cambios: tengo menos dolor, aunque todavía no estoy del todo bien". 

CÉCILE: "Estaba en casa con mi esposo ese día. Fue durante la violencia y los combates. Escuchamos gritos afuera y vecinos llorando "Creo que han matado a alguien", dijo mi esposo. Así que nos encerramos adentro. Hombres armados arrojaron gases lacrimógenos por la ventana para obligarnos a salir. Ocho personas entraron a nuestra casa. Trataron de obligar a mi marido para que violara a nuestra hija de17 años o lo mataban. Él se negó y lo asesinaron. Cuando se fueron, me escondí en el bosque junto al pueblo con mis hijos. No dormí ni comí. Durante un año, antes de venir a la clínica, me aterrorizaba la idea de que pudiera tener VIH. Cuando volví a Kananga, mi padre estaba muy enfermo, así que decidí regresar con mis hijos y fui al hospital donde atendían a víctimas de violencia sexual. Me examinaron y me dijeron que no tenía VIH.  

BIBELOT: "Un vecino nuestro me violó cuando estaba sola en casa yo tenía16 años. Un voluntario de una ONG que trabaja con MSF me llevó al hospital. Mi familia lo denunció, pero mi agresor escapó al pueblo de donde era, a pocas horas de Kananga. Ahora estoy embarazada del hombre que me violó. A este hombre lo consideraba un amigo, un hermano mayor, que vivía en nuestro barrio. Nunca hubiera pensado que pudiera hacer algo así. Aún no puedo comer y sigo muy débil".