lunes, 14 de junio de 2021

Congo posee el mayor emplazamiento hidroeléctrico del mundo pero menos del 10% del país disfruta de electricidad


Las cataratas de Inga, en el río Congo son el mayor emplazamiento hidroeléctrico del mundo, con 39.000 megavatios (MW) de capacidad de generación potencial. Actualmente existe "La Gran presa de Inga" un proyecto hidroeléctrico situada en la proximidad de las cataratas, con dos embalses: "Inga I" e "Inga II" y está en proyecto un tercer embalse, denominado "Inga III", que aprovecharía la existencia de los embalses I y II. Sin embargo el país no puede procesar localmente toda su riqueza mineral ni proporcionar luz a la gran mayoría de sus 80 millones de habitantes, por falta de centrales hidroeléctricas.
Muchos han soñado con liberar este potencial hidroeléctrico de Inga para generar electricidad renovable para la República Democrática del Congo y toda África pero el proyecto se ha dilatado desde 1972.

Ahora que el sueño vuelve a ponerse sobre la mesa, debido al reciente anuncio del grupo minero australiano Fortescue Metals Group y su presidente, el multimillonario Andrew Forrest, que confirmaron sus planes para desarrollar Inga para la generación y exportación de hidrógeno verde que tiene una importante y creciente demanda como combustible de bajas emisiones de carbono para su uso en el transporte y la industria.

Una de las preocupaciones del proyecto es que se garantice un "hidrógeno verde limpio", es decir, que su producción no esté contaminada por problemas de ética como a explotación infantil o el tratamiento injusto con las comunidades que estén relacionadas en el proyecto, algo que desde hace años se viene viendo en Congo con la producción de cobalto. Y es que si hablamos de un nuevo recurso amigable con el medio ambiente no puede tener en sus manos explotación o sangre de las personas que lo producen, porque además eso significa dificultades para ser vendido en los mercados energéticos europeos del futuro, a pesar de sus beneficios climáticos. 

Otro problema, no menos importante, es que se destine toda la electricidad de Inga en la producción de hidrógeno para abastecer de combustible a Europa y a otros países, dejando a un lado el proyecto de electrificar África, algo que sería muy injusto desde cualquier punto de vista. 

Hoy ha sido Fortescue quien ha recibido los derechos exclusivos para el desarrollo masivo de Grand Inga, pero en los últimos años han sido varios los constructores potenciales que se han presentado y ningún proyecto se materializo, quizás por propuestas avaras o por contratos de dudosa procedencia o por intereses políticos. Un ejemplo es este artículo que encontré de 2009 en BBC: Electricidad: ¿de Congo para Europa?

Inga es un tesoro nacional y su desarrollo debería beneficiar primero que nada a su continente, pero es el peso que lleva África, sobre todo Congo a sus espaldas: ser increíblemente ricos en recursos naturales sin poder disfrutar de sus beneficios y ser explotados por ellos. 

viernes, 7 de mayo de 2021

"Trataron de obligar a mi marido para que violara a nuestra hija. Él se negó y lo asesinaron"

Estos testimonios fueron recopilados durante una visita de campo en Kananga, la capital de la provincia de Kasai Central, por un equipo de comunicaciones de Médicos Sin Fronteras.

Actualmente en los hospitales donde colabora MSF acuden mensualmente un promedio de 200 víctimas de violencia sexual. El 80% informaron haber sido violadas por hombres armados y la gran mayoría no buscaron atención médica hasta un mes o más después del ataque, debido a la falta de conciencia sobre la existencia de servicios dedicados a la atención de la violencia sexual y también por la distancia para llegar al más cercano. 

ANNY: "Tenía 45 años y seis hijos. Una mañana entraron en las casas de la gente en Kananga, robando y matando. Cuando llegaron a mi casa yo estaba sola con mi hijo de cuatro años, cinco de mis hijos estaban con su abuelo en otra parte de la ciudad. Amenazaron con matarme pero en su lugar, decidieron violarme. Mi hijo se escondió en un rincón. Mi marido trabajaba cerca de la frontera con Angola. A menudo estaba en casa solo durante meses esperando a que regresara. Después del ataque no podía comer ni beber. Sentí como si mi corazón se hubiera roto, partido en dos. Un día estaba preparando comida para mis hijos (todavía yo no podía comer nada) y escuché caer algo, me estremecí y mi corazón roto latía muy rápido. Después de un tiempo después, me enteré que ese día mi esposo había sido asesinado cuando regresaba a casa debido al conflicto. El día que decidí ir al hospital, sucedió algo más. Fui a un pueblo cercano con otras mujeres a comprar comida que luego podríamos vender en Kananga. En el camino nos detuvieron unos hombres que pedían dinero. No teníamos nada, así que nos violaron. Esta vez no fue solo un hombre. Algunas de las mujeres lograron escapar, pero yo no. Me agarraron y me arrastraron al monte, donde me atacaron. Recuerdo que había alguien gritando cerca, mientras me violaban. Después comencé a sentir mucho dolor en la parte inferior del abdomen. No podía caminar correctamente, no podía comer y solo quería dormir. 

PITSHOU: “Sucedió en agosto, cuando regresé a mi pueblo. Unos hombres armados cruzaron el río hasta mi pueblo y nos atacaron. Mataron a mucha gente. Huí junto con otros hombres pero en el camino fuimos atrapados por otro grupo armado. Nos llevaron de regreso al pueblo, donde nos torturaron y nos trataron como esclavos. Tuvimos que hacer cosas horribles: nos obligaron a violar a varias de las 'mamans' de nuestro pueblo. Cuando digo "mamans", es una expresión congoleña. Ninguna de ellas era mi madre, pero de todos modos eran las madres de nuestro pueblo. Todos los jóvenes del pueblo se vieron obligados a hacer esto. Si alguien no lo hacía, lo mataban. No lo recuerdo bien, pero creo que tenía que hacérselo a seis o siete mujeres. Cuando los hombres armados se fueron, las autoridades locales vinieron de Tshikapa a buscarnos, como si nosotros también fuéramos criminales. Así que nuevamente huí. Me habían operado el riñón 10 meses antes y todavía me estaba recuperando. A los dos días comencé a sentirme muy mal, tal como después de la operación. Cuando fui al hospital, los médicos y la psicóloga me atendieron. Me dolían mucho los riñones, pero las cosas tampoco iban bien en mi cabeza. Tuve que hacer algunas pruebas y hablar mucho con la psicóloga. Desde entonces he estado tomando medicamentos y he notado algunos cambios: tengo menos dolor, aunque todavía no estoy del todo bien". 

CÉCILE: "Estaba en casa con mi esposo ese día. Fue durante la violencia y los combates. Escuchamos gritos afuera y vecinos llorando "Creo que han matado a alguien", dijo mi esposo. Así que nos encerramos adentro. Hombres armados arrojaron gases lacrimógenos por la ventana para obligarnos a salir. Ocho personas entraron a nuestra casa. Trataron de obligar a mi marido para que violara a nuestra hija de17 años o lo mataban. Él se negó y lo asesinaron. Cuando se fueron, me escondí en el bosque junto al pueblo con mis hijos. No dormí ni comí. Durante un año, antes de venir a la clínica, me aterrorizaba la idea de que pudiera tener VIH. Cuando volví a Kananga, mi padre estaba muy enfermo, así que decidí regresar con mis hijos y fui al hospital donde atendían a víctimas de violencia sexual. Me examinaron y me dijeron que no tenía VIH.  

BIBELOT: "Un vecino nuestro me violó cuando estaba sola en casa yo tenía16 años. Un voluntario de una ONG que trabaja con MSF me llevó al hospital. Mi familia lo denunció, pero mi agresor escapó al pueblo de donde era, a pocas horas de Kananga. Ahora estoy embarazada del hombre que me violó. A este hombre lo consideraba un amigo, un hermano mayor, que vivía en nuestro barrio. Nunca hubiera pensado que pudiera hacer algo así. Aún no puedo comer y sigo muy débil".