Apenas tenía 15 años cuando Caddy Adzuba tuvo que enfrentarse de cerca a la guerra. De la noche a la mañana, su vida cambió "De golpe, empecé a ver la muerte en la calle, cadáveres y mucho sufrimiento". Han pasado 13 años y en la República Democrática del Congo continúa el conflicto. En total, cuatro millones de muertos, 400.000 menores de 15 años reclutados por grupos armados y 500.000 mujeres violadas. Ellas son las principales víctimas y por ellas lucha Adzuba, hasta tal punto que decidió estudiar Derecho para defenderlas.
Además de haber terminado su carrera, empezó a actuar de inmediato y lo hizo a través del periodismo, desde donde no ha parado de denunciar esta guerra, incluso a costa de su propia seguridad ya que ha sido amenazada en varias ocasiones, "Es intolerable ver cómo sufren las mujeres y las niñas, y que nadie lo denuncie ni actúe", lamenta.
En reconocimiento a su compromiso, esta congoleña recibió el Premio Internacional Libertad de Prensa 2010, que otorga la Cátedra Unesco de Comunicación de la Universidad de Málaga para reconocer la labor de periodistas en defensa de la libertad de expresión, especialmente en aquellos lugares donde su labor está castigada.
Pese a los reconocimientos, ella no tenía -hasta ahora- conciencia de estar desarrollando un trabajo especial, para ella era algo natural, una necesidad y no entiende cómo el mundo no mueve un dedo ante una guerra que busca inutilizar a la mujer: "Me sorprende por qué los medios no se interesan por un conflicto tan grave. Estoy segura de que si se conociera mejor, se podría llegar a una solución", asegura la periodista, que a pesar de sus 28 años, afirma sentirse como una mujer de 50 años por las veces que ha sido testigo de atrocidades terribles "tengo la impresión de haber vivido el doble".
Explica que en "un Congo en guerra" la violencia sexual es muy agresiva: "No se producen violaciones normales, no se limitan a la penetración, sino que también se le introducen a la mujer en la vagina elementos cortantes como cuchillos, productos tóxicos o botellas de plástico calientes para destruir su capacidad de reproducción y convertirla en una persona inútil", explica Adzuba, que ha visitado las zonas en conflicto para conocer a las víctimas.
A su juicio, la violencia contra la mujer en el Congo se utiliza como un arma de destrucción masiva, a pesar de que en los textos jurídicos a nivel mundial la protegen en situaciones de guerra. Pero además deben demostrar mucho más que el hombre: "Mi problema es que no sólo soy periodista, sino también mujer".
Ella tiene su 'atalaya' en Radio Okapi, desde donde ha sacado a la luz los horrores de la guerra, teniendo que enfrentarse a abusos, acosos y la perdida de tres compañeros que fueron asesinados después de que mediaran con el Gobierno para que se reconociera su labor, una entrega heroica por la causa de la libertad de prensa, que antepone a su seguridad y a su vida.
Además de haber terminado su carrera, empezó a actuar de inmediato y lo hizo a través del periodismo, desde donde no ha parado de denunciar esta guerra, incluso a costa de su propia seguridad ya que ha sido amenazada en varias ocasiones, "Es intolerable ver cómo sufren las mujeres y las niñas, y que nadie lo denuncie ni actúe", lamenta.
En reconocimiento a su compromiso, esta congoleña recibió el Premio Internacional Libertad de Prensa 2010, que otorga la Cátedra Unesco de Comunicación de la Universidad de Málaga para reconocer la labor de periodistas en defensa de la libertad de expresión, especialmente en aquellos lugares donde su labor está castigada.
Pese a los reconocimientos, ella no tenía -hasta ahora- conciencia de estar desarrollando un trabajo especial, para ella era algo natural, una necesidad y no entiende cómo el mundo no mueve un dedo ante una guerra que busca inutilizar a la mujer: "Me sorprende por qué los medios no se interesan por un conflicto tan grave. Estoy segura de que si se conociera mejor, se podría llegar a una solución", asegura la periodista, que a pesar de sus 28 años, afirma sentirse como una mujer de 50 años por las veces que ha sido testigo de atrocidades terribles "tengo la impresión de haber vivido el doble".
Explica que en "un Congo en guerra" la violencia sexual es muy agresiva: "No se producen violaciones normales, no se limitan a la penetración, sino que también se le introducen a la mujer en la vagina elementos cortantes como cuchillos, productos tóxicos o botellas de plástico calientes para destruir su capacidad de reproducción y convertirla en una persona inútil", explica Adzuba, que ha visitado las zonas en conflicto para conocer a las víctimas.
A su juicio, la violencia contra la mujer en el Congo se utiliza como un arma de destrucción masiva, a pesar de que en los textos jurídicos a nivel mundial la protegen en situaciones de guerra. Pero además deben demostrar mucho más que el hombre: "Mi problema es que no sólo soy periodista, sino también mujer".
Ella tiene su 'atalaya' en Radio Okapi, desde donde ha sacado a la luz los horrores de la guerra, teniendo que enfrentarse a abusos, acosos y la perdida de tres compañeros que fueron asesinados después de que mediaran con el Gobierno para que se reconociera su labor, una entrega heroica por la causa de la libertad de prensa, que antepone a su seguridad y a su vida.
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