El pasado mes de junio ocurrió una nueva matanza al este
de Congo, en la localidad de Mutarule (en el valle del río Ruzizi, cerca de la
frontera con Burundi), donde un grupo armado irrumpió de madrugada en una
iglesia protestante donde dormía un grupo de personas que habían participado en
una asamblea general de fieles. Se confirmó que treinta civiles de la etnia Bafulero, en
su mayoría mujeres y niños fueron asesinados.
Según algunos sobrevivientes y fuentes locales, los
autores de la matanza pertenecían a la comunidad de los Barundi y el
ataque estuvo relacionado a disputas de ganado.
El este de la República Democrática
del Congo alberga una gran cantidad de grupos armados y milicias, los cuales
compiten por el control de los enormes recursos de la región. Varios de los grupos rebeldes que están sembrando la intranquilidad en la zona surgen o surgieron en otros países vecinos, como Burundi, Uganda y Ruanda.
Pero la peor parte de esta noticia no es esa, sino saber
que pudo evitarse! El pasado jueves se dio a conocer un comunicado de la organización
estadounidense Human Rights Watch, que acusa al ejército congoleño y a los
cascos azules de la ONU de pasividad ante esta matanza étnica perpetrada en
junio, pese a que habían recibido llamados
de ayuda desesperados desde el inicio del ataque y que se encontraban en un
radio que les permitía intervenir.
La investigación de HRW confirmó que un alto militar congoleño había sido directamente advertido e informado sobre el ataque, al igual que los miembros de la ONU que eran conscientes de lo que sucedia (con base a 9km), pero no hicieron nada para atender el llamado de auxilio y de hecho, no visitaron la zona hasta dos días después.
La investigación de HRW confirmó que un alto militar congoleño había sido directamente advertido e informado sobre el ataque, al igual que los miembros de la ONU que eran conscientes de lo que sucedia (con base a 9km), pero no hicieron nada para atender el llamado de auxilio y de hecho, no visitaron la zona hasta dos días después.
Después que se hizo conocer la tragedia, el jefe de la Misión de estabilización de Naciones
Unidas en la RDC, Martin Kobler, ofreció disculpas y lamento la pasividad de MONUSCO.
Kobler, asegura que en circunstancias parecidas,
los cascos azules ya tienen la consigna de actuar sin esperar a recibir la
orden para salvar la vida de los ciudadanos.
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